Siempre que en la vida tenemos que hacer algo nuevo, nos encontramos con sentimientos de felicidad y angustia a la vez. Hace poco, disputábamos la fase de Mallorca de clasificación para el Campeonato de Baleares y fui testigo de esta experiencia de sentimientos encontrados en muchas de mis jugadoras.
De las doce jugadoras con que contábamos, había seis que siempre habían jugado en grupo preferente, por lo que un campeonato era algo que les quedaba muy lejano. Sin duda la fase fue para ellas un momento lleno de ilusión y a la vez de miedo a hacerlo mal, a no estar preparadas.
Llegados al vestuario, antes del primer partido, mientras yo les hablaba, sus caras denotaban lo que estaban viviendo, la mayoría con la mirada perdida, como si en su interior estuviesen viviendo una realidad distinta a la que en verdad se vivía fuera. Ya con el partido en juego, la inseguridad con que llevaban a cabo todas las acciones dejaba claro que no eran capaces de controlar aquella situación, que les estaba quedando muy grande.
Afortunadamente llegó la primera victoria, de manera muy sufrida y casi milagrosa, y con ella toda la tensión de estas jugadoras fue expulsada en forma de lágrimas. Lo habían hecho realidad. Ese sueño que tantas veces había pasado por sus cabezas, ahora ya era suyo y nadie se lo podría quitar. Era emocionante ver como entre sollozos balbuceaban llenas de felicidad: "es el primer partido que gano en un Campeonato".
A nosotros, sólo nos queda desearles que vengan muchos detrás de este y que mantengan esa ilusión primeriza, cuando tengan una experiencia ya amplia. Que sepan siempre apreciar lo difícil y bonito que es participar en un campeonato y no digamos ya ganarlo y lo afortunadas que son teniendo la oportunidad de vivirlo en primera persona.