Perder en el último segundo
- Detalles
- Martes, 06 Marzo 2012
¿A quien no le ha pasado en el mundo del baloncesto, la dolorosa circunstancia de perder un partido en el último segundo? En ese momento se hace un silencio total a tu alrededor, como si la vida se detuviese y te costase hacerte cargo de lo que ha pasado en realidad. A tu lado el equipo contrario salta celebrando la victoria, que minutos antes, parecía e incluso merecías tú. Junto a ti tus compañeros lloran de impotencia. Los padres desde la grada animan como queriendo disimular lo que ha pasado en realidad. Tu entrenador que no quiere que sufras la humillación del momento, te manda al vestuario para intentar levantarte, levantaros los ánimos. Las palabras suenan: “lo hemos hecho muy bien, hemos de estar orgullosos de nuestro trabajo, la próxima vez será distinto, esto nos servirá para aprender, le puede pasar a cualquiera…”. Las palabras suenan y pasan, pero no se quedan dentro de ti, porque aún no estás preparado para asumir la realidad.
Por fin te metes en la ducha y mientras el agua recorre tu cuerpo, disimulando las lágrimas que caen por tu mejilla, deseas que el tiempo volviese atrás, volviese a esos últimos cinco segundos del partido, para poder darlo todo, para morir en la pista por evitar que se repita el mismo final.
Pero ya no hay nada que puedas hacer. Ese error ya ha sido cometido, ya no lo puedes evitar, ese partido ya está perdido. Y entonces sólo te queda hacerte un propósito, hacértelo a ti mismo (de poco importan las promesas a los demás). Sólo queda la opción de construir a partir de ese fracaso. Es el momento de empezar a darlo todo, de no desperdiciar ninguna oportunidad para mejorar, de prometerte a ti mismo que la rabia y la impotencia que has sentido al ver el balón entrar en tu canasta, las vas a convertir en decisión y esfuerzo para luchar hasta la extenuación, por aquello que quieres.
Entonces, en ese momento, aunque estés por debajo en el marcador, has ganado el partido.