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Categoría: EBA

Publicado: Martes, 17 Enero 2012 22:00

Un partido que comienza con un parcial de 11-34 y finaliza con otro de 33-15 es de todo menos un partido normal. Eso fue lo que nos deparó la visita al amplísimo pabellón universitario de la UPV el pasado domingo.

A la ya conocida baja de Goyo Domínguez se unía la de Sergio Rodríguez, lesionado en la última sesión semanal. Para más inri, a los cinco minutos Berto García abandonaba la pista para no volver por un golpe en una mano. El panorama no invitaba al optimismo.

La puesta en escena del equipo obviaba las dificultades y, como un ciclón, el Platja de Palma pasaba por encima del rival y encarrilaba un partido que parecía sentenciado pero que, luego se vería, todavía tendría mucha historia. La defensa zonal con que salían los locales era rota una y otra vez por los únicos aleros 'sanos' Miki Corbacho e Isra Pampín. Siete triples, de nueve intentos, entre los dos tiraban por tierra el planteamiento de los universitarios y ponían las primeras ventajas claras en el marcador. A ello se unía una defensa intensa, que no daba opciones claras al rival y el dominio bajo los tableros de Llompart y Alzamora. Todo ello se conjugaba para un cuarto que rozaba la perfección y que dejaba un contundente 11 a 34 en el marcador.

La exagerada desventaja no amilanó a los locales que empezaron a jugar sin especulaciones y arriesgando mucho más en ataque. La apuesta del joven equipo valenciano, junto a la habitual relajación de los nuestros, les salía bien y el partido se igualaba. Asistíamos a un intercambio de canastas constante con pequeños tirones locales que eran respondidos por los de Matías Cerdà que seguían con su acierto desde la línea de tres puntos, lo que les permitía mantener la ventaja en torno a la veintena. Un parcial de 27 a 22 dejaba las cosas bien encaminadas de cara a la segunda parte pero denotaba que UPV había encontrado el camino de la canasta.

Nada cambiaba tras el descanso. Un parcial de 17 a 16 a los cinco minutos lo demostraba. Los ataques seguían imponiéndose a las defensas claramente y los locales seguían haciendo la goma con pequeños tirones que eran respondidos por el Platja de Palma. Un buen final de cuarto de los locales apretaba las cosas y dejaba en doce puntos la diferencia con el 69 a 81 que mostraba el luminoso. UPV empezaba a creerse que podía remontar sobre todo por la facilidad con que había alcanzado la treintena en el cuarto.

Matías Cerdà no quería sorpresas y llamaba al orden a los suyos que salían como una exhalación en el último período con un parcial de 0-10 en tres minutos. Un marcador de 69 a 91 a poco más de 7 minutos para el final devolvía las cosas a su sitio y parecía finiquitar el encuentro. Pero nada más alejado de la realidad. El lógico tiempo muerto devolvía a los locales a la pista con el cuchillo entre los dientes dispuestos a una épica remontada o a una derrota escandalosa. La presión local a toda pista se juntaba con otra 'desconexión' de los nuestros y poco a poco la ventaja menguaba. Cada ataque de UPV era canasta mientras que en el otro lado parecía imposible anotar. Las dinámicas habían cambiado. Hasta cinco triples consecutivos conseguían los locales lo que les permitía un parcial de 23-2 que ponía, con todavía más de cuatro minutos por jugar, un 92-93 que poco antes habría parecido una broma.

Llorenç Llompart e Isra Pampín asumían la responsabilidad en esos momentos difíciles y conseguían mantener, a trancas y barrancas, el mando en el marcador. UPV no conseguía culminar la remontada pese a tener varias opciones para ello y veía como se le escapaba un partido que había tenido perdido durante muchos minutos pero que pudo haber ganado. Lo dicho, un partido de locos.

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